La casa se sitúa en el centro histórico de Vila-real, donde se unieron dos parcelas edificadas para obtener una de mayor anchura. Ambas parcelas estaban ocupadas por construcciones muy deficientes, cuya rehabilitación se estudió inicialmente, pero se descartó debido a su elevado grado de deterioro.
Se plantea el encaje de un programa de vivienda unifamiliar amplia y cómoda que permita que el número de habitantes fluctúe, desde un único núcleo familiar hasta la convivencia de varios núcleos durante ciertas temporadas. El programa también debía incluir una oficina independiente que no interfiriera con la vida cotidiana del hogar, y un espacio polivalente vinculado al patio interior.
Las estrategias que definen el proyecto se resumen en cuatro acciones: 1/ Conservar la fachada de las edificaciones existentes para mantener el carácter tradicional y la baja altura del entorno. 2/ Espacios no jerarquizados: bien conectados y polivalentes, capaces de adaptarse a los cambios de uso. 3/ Construcción de bajo impacto ambiental: muros de carga de bloques de tierra compactada, forjados de madera con vigas y paneles de CLT, y aislamiento exterior a base de una capa proyectada de cal y corcho. 4/ Reducción de la demanda energética: vivienda con altos estándares pasivos, especialmente pensada para los meses calurosos, mediante inercia térmica, control de humedad y ventilación natural.
El barrio donde se ubica la casa presenta un parcelario estrecho, históricamente formado por casas entre medianeras de planta baja más una planta piso. La posibilidad de agrupar dos parcelas permite proyectar una casa más extensa en planta sin superar las dos alturas. Se decide conservar las fachadas existentes, manteniendo el carácter histórico del entorno tanto en materialidad como en escala, y conservar también las medianeras de tapia y los muros interiores de las parcelas, evitando así comprometer la estabilidad de los vecinos con las demoliciones. La preexistencia delimita la nueva construcción sin necesidad de tocarla.
La distribución de la vivienda parte de una matriz clara de muros de carga y espacios de unos 20 m², incluyendo el patio de acceso. Esta matriz se ve alterada en los cruces de muros, donde los espacios se relacionan de cuatro en cuatro, generando diagonales visuales y una sensación de amplitud gracias a la ausencia de rincones. La cocina ocupa una posición central desde la que se controlan todos los espacios de la planta baja y desde donde se accede a la vivienda.
Para la construcción se estudian las posibilidades materiales y el tejido industrial local. Se opta por una estructura de muros portantes vistos de bloques de tierra compactada, elemento que condiciona totalmente la modulación del proyecto. Se encuentra un fabricante a solo 15 km de la obra. Los forjados se proyectan con vigas de madera a 125 cm de intereje que soportan paneles contralaminados de 80 mm. Ambos materiales tienen una huella de carbono muy baja. El aislamiento de las fachadas se realiza con una capa exterior de 6 cm de mortero de cal con corcho, que adherida al muro de BTC ofrece una buena combinación de materiales minerales y transpirables.
El funcionamiento pasivo de la vivienda está pensado sobre todo para los meses de más calor, cada vez más intensos y prolongados. Los muros de tierra proporcionan una gran inercia térmica que se ve reforzada con suelos de solera de hormigón. La tierra y la madera ayudan a controlar la humedad interior, lo que repercute positivamente en el confort. En el exterior, unos grandes aleros de 80 cm y persianas de madera protegen la edificación de la radiación solar. La vivienda se complementa con un sistema de aerotermia para la producción de agua caliente y suelo radiante, con posibilidad de generar frío o calor según se requiera.